SaaS en la industria: la revolución ágil
2023-10-29
Seguro que si trabajas en el sector industrial estarás acostumbrado a que el software sea más un impedimento que una ayuda. Hablo de interfaces de usuario más propias de Windows 95 que del año 2023. De tablas infinitas, de menús infumables. De un lenguaje que solo entiende quien diseñó el programa. Al fin y al cabo, de la realidad de la gran mayoría de ERP y sistemas MES actuales.
¿Dónde está el problema?
Para mí, la raíz de este problema está en la gran importancia del sector industrial. Parece contradictorio, pero es que el problema a solucionar es tan crítico, que llevamos intentando arreglarlo desde los inicios de la informática en los 80 con la aparición de los primeros ERP con interfaz de línea de comandos.
Y claro, las empresas de software llevan existiendo desde entonces. Tratan de modernizarse, por supuesto, pero no es tan sencillo.
Siguiendo la estela de Silicon Valley
Si no tienes ni idea de cómo funciona el desarrollo de software, permíteme que te cuente un pequeño secreto: el software es como el hierro, con el tiempo, se oxida. Llevamos 30 años de avances loquísimos en este ámbito que han revolucionado una y otra vez la forma de hacer software.
El problema está en que las empresas de desarrollo no son capaces de sostener ese ritmo de revoluciones, porque cada revolución implica tirar el producto a la basura y volver a empezar. Con lo aprendido sí, pero con una tecnología nueva para la que nuestro equipo no está formado. Y cada vez con más y más funcionalidades que tenemos que soportar para nuestros clientes. Un coste creciente al que se suma el dolor de tener que pasar por una actualización masiva.
Nuestros amigos yankees ya se dieron cuenta de esto hace más de diez años y pensaron una solución para ello. ¿Y si desarrolláramos de una forma que fuese escalable a miles de clientes, centrándonos en solucionar sus problemas, en la que todos estuviesen siempre actualizados a la última versión y que nos permita reemplazar las partes obsoletas progresivamente y sin dolor?
Nace el Software como servicio (SaaS)
Esta nueva forma de desarrollo implica también nuevas formas de comercialización. Deja de existir la instalación, dejan de existir las actualizaciones y las versiones diferentes por cliente. Todo está en la nube. Los costes de mantenimiento pasan del cliente al proveedor: una preocupación menos.
Con ello, nace el modelo de suscripción que ya todos conocemos (Microsoft con Office 365, Google Suite, Slack, Salesforce...). El cliente se ahorra un elevado coste de inversión inicial para el que puede no estar preparado, y a cambio paga una cuota mensual mientras dure el uso del servicio. Si le deja de interesar, deja de pagar. Es un win-win.
Este modelo de negocio es la respuesta a ese secreto del que te hablaba, y es la razón por la que han salido muchísimas startups valoradas en cifras estratosféricas a raíz de esto. No es que los inversores se hayan vuelto locos, es que la solución es varios órdenes de magnitud mejor a lo que había antes. Escala mejor. Envejece mejor. Es más barata.
¿Y qué pasa con la industria española?
Pues, como es habitual, lo que ocurre es que llegamos tarde y mal. Hay software puntero en un montón de sectores, bien pensado y diseñado para ser usado por personas, mientras que aquí seguimos sobreviviendo con unas hojas de cálculo glorificadas.
La mayoría de empresas de desarrollo no quieren o no pueden dar un cambio cultural tan radical. Y es que no hablamos solamente de programar todo de cero, hablamos de cambiar la forma de pensar, la forma de relacionarse con sus clientes. Adoptar un enfoque de desarrollo ágil, pero de verdad, no solo de palabra.
Necesitamos un reseteo mental y ponernos las pilas si no queremos quedarnos atrás. Estados Unidos nos saca años de ventaja, otros sectores nos llevan también la delantera, pero no está todo perdido. Aún hay tiempo.
Deja de darle vueltas y entra ya en esa cuarta revolución industrial de la mano de Bold Factory.
